“Las empresas no pueden prosperar a menos que las personas y el planeta prosperen” Pacto Global de las Naciones Unidas.
La sostenibilidad, en su sentido más amplio, se ha colado en los planes estratégicos de nuestras compañías. El reto es conjugar la sostenibilidad financiera con los criterios ASG (ambientales, sociales y de buen gobierno) como ventaja competitiva.
Liderar de forma sostenible implica la integración equilibrada de los ámbitos económico, social y ambiental lo que, sin duda, es un tema desafiante y complejo pues requiere conjugar el presente y el futuro de la organización.
En este dilema es donde el líder se la juega.
Sólo con líderes valientes y “con menos egos”, con visión a largo plazo y orientados a las personas, incluyendo a todos los grupos de interés y con un compromiso individual con la sostenibilidad como brújula en la toma de decisiones, las organizaciones podrán acometer con éxito dicho reto, porque las empresas son personas.
El Pacto Global de las Naciones Unidas nos ofrece 5 claves para el liderazgo en los ODS: intencionalidad, ambición, consistencia, colaboración y responsabilidad, que abordamos desde los tres ejes para un Liderazgo Sostenible, esto es, visión a largo plazo, centrados en las personas y empezando por uno mismo:
Visión a largo plazo.
Desde la generosidad de mirar hacia el futuro de la organización con el firme deseo de hacer lo mejor para ella de forma sostenible, es decir, poniendo el foco en mantener su éxito a lo largo del tiempo, no sólo hoy:
- Creando una visión para el éxito con ambición.
- Definiendo estrategias, a medio y largo plazo, enfocadas en dicha visión: intencionalidad.
- Sostenidas en el tiempo a través de la gestión del cambio: consistencia.
- Generando valor compartido para implicar a todos los grupos de interés: colaboración.
- Con responsabilidad en la toma de decisiones, evitando valoraciones cortoplacistas.
Centrados en las personas.
No podemos desarrollar una visión sostenible de la organización sin el desarrollo de las personas y, en consecuencia, de su bienestar. El liderazgo sostenible no sólo considera a los empleados, sino también a otros públicos como los clientes y los accionistas, contemplando su satisfacción y sus expectativas.
Para ello, además de ser competentes en su área de negocio, los líderes deben saber gestionar desde las “buenas intenciones”:
- Con ambición en la ejecución, resultados, y la relación, empatía, como competencias fundamentales para impulsar los retos empresariales.
- Generando pertenencia e inclusión, con una cultura basada en la confianza, para conseguir el cambio sostenible del negocio: consistencia.
- Con proactividad para implicar a los grupos de interés, mediante la participación y co-creación en el éxito a largo plazo: colaboración.
- Con conocimiento, sentido crítico y capacidad comunicativa para motivar e involucrar a sus equipos en este proceso de cambio organizativo de modelo de negocio y, sobre todo, cultural: responsabilidad.
- Más allá de la presión normativa, social o el riesgo reputacional, tiene que primar la autenticidad para transmitir seguridad psicológica: intencionalidad.
Empezando por uno mismo.
Y, por último, lo más importante, ¿cómo cambio yo para liderar este proceso? El cambio en sí mismo es incómodo para todos. En un mundo en constante cambio inevitablemente surge “la fatiga del cambio”, esa sensación de “no poder lidiar con nada más”.
Propongo cambiar la pregunta a: ¿y yo qué gano con esto?, título del libro de Ricardo H. Arevyan, que nos ofrece “una inspiradora guía humana para tu crecimiento como líder” y que, sin duda, nos acerca a ese Liderazgo Sostenible.
Son muchos los beneficios de mejorar como líderes, en esta transformación y en las sucesivas. La base es la autenticidad de la que hablábamos, que sólo se consigue con nuestro compromiso personal para actuar con:
- Consistencia, dotando de significado a todo lo que hacemos, desde el autoconocimiento y el sentido de propósito, con valores compartidos para mantener la esencia de lo que somos.
- Ambición, con coraje y valor pero sin temeridad, para iniciar retos empresariales sin precedentes que combinen con éxito la mejora social y medioambiental con los resultados económicos, con una actitud positiva y constructiva hacia la adversidad desde el positivismo, y no desde el miedo o la amenaza.
- Intencionalidad, mediante la ejemplaridad, con la asimilación de conductas individuales y discrecionales que promuevan la preservación del medioambiente y la mejora del bienestar de todos los stakeholders, y fomenten dichos comportamientos entre nuestros seguidores.
- Colaboración, desde un enfoque sistémico, participativo, sostenible y circular para entender, actuar y aprender el comportamiento de la organización y mejorar el bienestar de las personas.
- Responsabilidad, empezando por nuestro propio bienestar cultivando nuestra resiliencia, con espacios para recargar energía, tomar distancia y ganar perspectiva, y nuestra templanza y calma interior, sin reaccionar con inmediatez ni precipitarnos en la toma de decisiones. La clave está en priorizar nuestra salud física y mental.
Recuerda que hay mucho en juego y como líderes tenemos mucho que ganar. Si actuamos con calidez y competencia para que nuestra gente crezca y cumpla su rol, estaremos más cerca del éxito organizacional y elevaremos nuestro estatus de líder consciente, sostenible y trascendente.
En definitiva, para que el liderazgo sostenible sea eficaz, auténtico y creíble, debemos preguntarnos, tal y como nos sugiere Paul Polman en su último libro ‘Net Positive’: “¿Es este un mejor planeta porque la empresa que lidero está en él?”. Esperemos que cada vez seamos más personas las que contestemos: “Sí”.